
Allí donde solía verte reír me fijé en ti, tan niña, tan dulce.
Allí donde solía verte llorar me enamoré de ti, tan frágil, tan bella.
Allí donde solía verte gritar llegué a quererte, tan compleja, tan diferente.
Allí donde solía verte gritar llegué a quererte, tan compleja, tan diferente.
Qué lástima que allí donde solía verte fuese un zulo de dos por dos en el que dormías, comías y vivías mientras unos señores se entretenían aventurando, desde el campo de la psiquiatría, que es lo que le pasaba a tu cerebro. Podría haberles dicho que eras maravillosa, el ser más hermoso que jamás pisaría la tierra, pero ¿habrían hecho caso de un celador como yo?, ¿o me habrían tomado también por loco?
Allí donde solía verte reír, llorar y gritar ahora sólo queda una mancha de la sangre que vertiste de tu femoral.
Que tierna y dura (a la vez) entrada, dice mucho de tu sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una entrada muy triste, pero llena de fuerza. Quizás la locura sea entender la verdad, y los cuerdos, en su ignorancia, sean los que estén locos.
ResponderEliminarUn abrazo
Que buena historia, corta y poderosa. Felicitaciones. Yo también te sigo.
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