
Me vendo, cada vez más barato.
Me compran, a precio de saldo.
Me rompen, me devuelven. Y yo, con esa nueva tara, me pongo a la venta otra vez. Más barato, más tirado.
Mañana trataré de “revalorizarme” con un cartel grapado en mi pecho y la palabra “GRATIS” en colores llamativos.
Algún día, incluso pagaré para que me escojan, quizás sólo para que me miren y poder sentir erróneamente que existo; que no soy un número, soy un sustantivo propio, primera letra en mayúscula. Entregaré mi alma para poder engañarme creyendo que no me han robado la vida, ¡peor aún! para negar que he sido yo quien la ha entregado por cuatro pavos mal pagados que más tarde he tenido que devolver arañando unos bolsillos raídos. Al menos, denme un aplauso por escupir en mi dignidad con tal desenvoltura y habilidad.
Me compran, a precio de saldo.
Me rompen, me devuelven. Y yo, con esa nueva tara, me pongo a la venta otra vez. Más barato, más tirado.
Mañana trataré de “revalorizarme” con un cartel grapado en mi pecho y la palabra “GRATIS” en colores llamativos.
Algún día, incluso pagaré para que me escojan, quizás sólo para que me miren y poder sentir erróneamente que existo; que no soy un número, soy un sustantivo propio, primera letra en mayúscula. Entregaré mi alma para poder engañarme creyendo que no me han robado la vida, ¡peor aún! para negar que he sido yo quien la ha entregado por cuatro pavos mal pagados que más tarde he tenido que devolver arañando unos bolsillos raídos. Al menos, denme un aplauso por escupir en mi dignidad con tal desenvoltura y habilidad.
Muy buena reflexión para estos tiempos que corren.
ResponderEliminar¡Feliz año, guapa!
Un abrazo
El aplauso es para vos, por la lucidez al interpretar al salvaje.
ResponderEliminarSaludo y beso