Yo era un niño bueno y amable y dulce...

En mis fiestas de cumpleaños, Ellos.

En las Navidades, Ellos.

En las vacaciones de verano, Ellos.

Ha sido así desde que recuerdo. Cuando era niño creía que era todo azul y hermoso y brillante; soñaba con meterlos en una burbuja y hacerlos volar lejos, muy lejos de mí. Pero las burbujas son frágiles y se rompen con facilidad, era una fantasía, un pensamiento hecho sin reflexionar, una idea infantil sin peso alguno.

Yo era un niño bueno y amable y dulce y estaba cansado de las borracheras de papá y de los gritos de mamá y de los lloros de mis hermanos y de las patadas que me propinaba cada uno de ellos cuando necesitaba desquitarse.

Cuando estaba solo era feliz.

"Las burbujas no sirven" pensaba y luego llegaba mi cumpleaños y las Navidades y el verano y con ellos sangre de más allá de la manzana,  el sabor de la carne pútrida de mis abuelos,  el olor a orín de mi tío, el tacto de los huesos blandos de mi prima. 

Yo jugaba con los camiones y con los lapices de colores y con la arena del jardín. Ellos siempre me incordiaban " ¡Qué mofletes más monos!", "¡Deja jugar a tu prima contigo!", "¡Cómo has crecido!", "¡Terminate toda la comida!" Falsos piropos. Imperativos reiterados hasta la extenuidad. 

Era un niño bueno y amable y dulce y cansado de su compañía y un día muy cansado y enfadado y rabioso golpeé a mi prima con una piedra en la cabeza por quitarme el rastrillo de las manos. Y ella lloró y yo vi sangre chorreando de su cráneo y me gustó. Y la golpeé más fuerte y la sangre se mezcló con la arena y mi prima dejó de llorar y la sangre siguió tiñiéndolo todo de rojo intenso.

Ella se fue para siempre y Ellos se alejaron de mí, ya nunca tuve que volver al sabor de la carne pútrida, al olor a orín, al tacto de los huesos blandos, al alcohol de papá, al histerismo de mamá y a las patadas llenas de odio de mis hermanos. Y por fin pude ser feliz.

En mis fiestas de cumpleaños,  nadie

En las Navidades, nadie

En las vacaciones de verano,nadie