Caminan
los alumnos a su alrededor. Corren, gritan, charlan. “Cosas de la edad”, medita
don Julián mientras aguza el oído con la
intención de escuchar conversaciones que huelen a melancolía. Historias que
hablan sobre el primer beso o la primera borrachera. Esas primeras veces que jamás podrán ser repetidas ni borradas
del corazón.
Apenas
tres, cuatro pasos por delante del profesor,
Marcos parece preocupado.
-
No sé qué hacer. Mis padres quieren mandarme a una escuela en el extranjero.
Dicen que así aprendo inglés.
-
Pero ¿y nosotros?- Pregunta un chico rechoncho amigo desde hace
años.
-
Eso les he dicho. Aquí está mi vida. Mis amigos, mi familia, mi banda de Rock,
mi novia… ¿Qué hago yo con unos ingleses estirados y con el puto clima que tienen?
-
Claro tío, pasa - Dice una rubia adicta
a la moda y a Kate Moss.
-
Pues yo me iba con los ojos cerrados. Es bueno estar abierto a experiencias nuevas
¡Tiene que estar guapo salir de España!- Tras esas palabras, Diana, escupe el
chicle que lleva en la boca.
-
Anda calla tía, que llevas dos años con un colega del que no estás enamorada por
no quedarte sola.- Recrimina el que cierra la pandilla.
Todos
ríen, menos Marcos que desconectó de la charla antes casi de iniciarla. Ausente
del entorno, enganchado a sus caóticos pensamientos. No ha sido sincero. Una
parte de él desea realizar la aventura. Ir a Londres, conocer gente nueva,
aprender. Desde que recibiera la noticia pasa gran parte de las noches leyendo
mapas, viendo fotos, estudiando la ciudad que le recibiría si decidiera
pisarla. A día de hoy sin haberla respirado
podría llegar al Big Ben desde Brick Lane, desde Brixton o incluso desde la
“Notting Hill Gate”. Su corazón dividido no sabe qué hacer, pero por el momento
no puede contar sus deseos a los amigos,
le falta una respuesta. Para qué adelantar acontecimientos.
La
clase empieza. Los alumnos se sientan creando ruido aquí y allá con el
movimiento de los pupitres. El profesor entra sigilosamente y coloca sus libros sobre la mesa con sumo
cuidado. Don Julián siempre ha creído
que existen dos tipos de personas.
Aquellos que mantienen el mundo tal y como está y aquellos que lo cambian. Al
primer grupo pertenece más del ochenta por ciento de la población. Nunca
faltará alguien que entregue cartas, corte filetes, retransmita un partido, selle
documentos, defienda a inocentes o culpables, cuide de los hijos, extienda un
cheque, amase el pan, are la tierra, ponga un ladrillo sobre otro. Sin este
grupo la existencia no es posible. El segundo grupo está formado por menos del
veinte por ciento de la humanidad. A este pertenecen las personas que cambian
el mundo. Gente que llega a la Antártida y sobre una
camioneta toca una guitarra, que se sumerge en la jungla y retrata una serpiente
enroscada, que pisa París para sacar la foto de un charco. Personas que: Eligen
vivir en un barco, o en ningún sitio, le dan patadas a la moda con su estilo
propio, prefieren morirse de hambre a dejar de hacer lo que les gusta. Persiguen sueños que inevitablemente por la
fuerza aplicada en ellos, cumplen. Sin sus anhelos no hay pintura, literatura o
música…Tampoco hay una manera diferente de hacer las cosas, de existir.
Unos
permiten la supervivencia, otros dan
magia a un mundo convulso y extraño.
-Chicos-
Dice don Julián interrumpiendo la voz de su interior y las voces ásperas y
chillonas de fuera.- Hoy comenzaremos la clase con un cuento.
Los
alumnos se acomodan y prestan atención.
“Entre
los árboles, en una pequeña explanada, había una cabaña hecha de madera. Su
dueño la fue construyendo con amor y dedicación, con estructura de roble hualle,
e interiores y exteriores de pino Oregón. Con su salón, dormitorio, baño,
cocina, cada habitación gozaba de la
inspiración y cariño de esta persona a la que llamaremos X. Aunque X era feliz,
dentro de su corazón faltaba la plenitud con la que realizó su proyecto. La
volubilidad humana y la necesidad de cambio se erigían culpables de la sensación. Sin embargo, acontecía una causa más profunda e indefinible
con palabras que va unida al alma. De vez en cuando para borrar de sí la
angustia de lo que se estaba perdiendo, de que había algo mas allá de esa
cabaña, daba largos paseos en dirección a ninguna parte. Pasaba varias horas
andando sin sentir cansancio. No obstante con el tiempo se había acostumbrado a
recorrer los mismos caminos de manera inconsciente, Por muchas horas que se
moviese, no salía del mundo que había creado. Un día como un reto a si mismo
rodeo un enorme árbol que siempre salvaba sin reparar en él y al retomar el
paso, tomó la ruta de la izquierda y no la de la derecha como hacía siempre al
llegar al tronco. Cientos de huellas dejo
tras de sí, las equivalentes a dos horas de marcha. Cuando de pronto escuchó el
sonido del agua caer. ¿Había un riachuelo allí? El ruido que producía eco en su
oído pertenecía a un elemento diferente. Fue a su encuentro curioso y
emocionado como hacía años no estaba. Al llegar encontró un pequeño lago adornado con una
cascada.
Jamás
antes había escuchado esa cascada.”El bosque es grande después de todo, difícil
de abarcar” pensó. Cansado de tanto deambular decidió tumbarse en la orilla del
lago y allí su inconsciente se fundió con el agua que resbalaba sobre la
piedra.
El
sonido le hipnotizó. Un sentimiento dormido despertó bruscamente agitando un
corazón que se hinchaba y parecía explotar, sin querer y sin evitarlo sus ojos
derramaron unas lagrimas compuestas de belleza y humildad. En paz consigo mismo
y aunque había refrescado, marchitó la noche en ese paraje con la mente en
sueños. Al nacer la mañana se dio cuenta de la imprudencia. No debería haber
dormido a la intemperie. Podría haberse resfriado, ¡peor! los lobos podrían
haberlo confundido con la cena. Regresó
a casa. Preparó un caldo a fuego
lento, se lo sirvió y se tumbó sobre el sillón para comer mientras escuchaba el
sonido de la naturaleza. Aquel era Su hogar. No repetiría la traición.
Sin
embargo, y aun con la decisión tomada, la cascada y el paisaje que la
acompañaba se convirtieron en su isla desierta, su remanso de paz. Primero en
la mente, después físicamente cuando el valor le dio alas. Al menos dos veces
por semana escapaba y se dejaba atrapar por el sonido de la cascada. X se
preguntaba si la música que reproducirían
las sirenas para atraer a los marineros sería el mismo que él escuchaba, pues
en él ejercía ese efecto. También descubrió que, en contra de lo que parecía,
el agua permanecía templada, como si un hechizo mágico le diese el poder de
tener la temperatura similar a la de su cuerpo.
Sin advertirlo seguía pasando las noches, sin importarle la llegada de
un carnívoro o de los virus que lo llevarían a la cama. En el fondo en
determinados momentos deseaba caer en enfermedad, lo que le obligaría a guardar
reposo, una oportunidad para retornar al hogar abandonado. Pero nunca sucedió.
Su salud no empeoró. Y aunque hizo grandes esfuerzos por alejarse no lo
consiguió.
Llegado
a este punto una idea amenazó su existencia, “Emprender una nueva”. Comenzó a
plantearse que aquel lugar era hermoso para vivir. Llevaba muchos años en la
misma casa, y aunque hubiese disfrutado
de grandes momentos en ella, y esta le hubiese traído felicidad, la vida se compone
de ciclos, y el de esa cabaña adivinaba el fin de uno.
Las dudas no le permitían dormir.
Después
de todo. Construir una nueva casa implica muchas decisiones, mucho esfuerzo. Antes
de nada se vería obligado a vender la
cabaña de siempre, ya que mantener dos hogares exigía preocupaciones
exageradas, además era posible que no tuviese suficiente con el dinero que poseía...
No obstante, venderla significaba perderla y para qué negarlo, amaba esa casa. La
dedicó años. Colocar la madera, las tuberías, encargarse de la decoración, hacer
cada unos de los cajones, de los armarios. La cocina era su “Última cena”, su “Capilla
Sixtina” … No es tarea sencilla cambiar algo que sabes cómo es con los ojos
cerrados por algo desconocido.
Cierto
es por otro lado que la gente se ve sometida a las leyes de la evolución. La
nueva cabaña no sería como la anterior, entre una y otra había más de diez años
de diferencia. No solo eso, seguramente variase ciertos materiales,
seleccionaría otra decoración más acorde a su nuevo yo, después de todo su casa
se había vuelto algo anticuada si observaba sus ideas actuales, la casa había
intentado seguir su desarrollo sin conseguirlo completamente. La nueva casa
sería más acorde con él.
Así
se formulaba el problema. Mantenerse en su casa, aquella que conocía desde
siempre, aquella que nunca había dado graves problemas. O ahora habiendo
descubierto algo nuevo y que le emocionaba, cambiar. Empezar desde cero. No
desde cero no. Independientemente de los materiales a utilizar, de la
dificultad inicial ante una situación novedosa, a pesar de los problemas que
pudiesen surgir, no carecía de
experiencia, y eso le ayudaría con la nueva casa.
Contradicción.
Blanco y negro que se vuelve blanco y negro respectivamente. Ideas que vienen,
se transforman engendran ideas contrarias, enferman la mente. Tras la muerte de
una emoción el nacimiento de otra. La cabeza de X ardía… ¿Qué haría X?
En
este punto don Julián para de hablar. Mira hacia arriba y acto seguido se
dirige a la pizarra, toma una tiza y empieza a escribir un esquema sobre los
ríos de España.
Sus
alumnos ya saben que su profesor tiende a ser despistado y olvidar las cosas. Así
que no se extrañan del acontecimiento. Mas después de haber estado escuchando
un relato tienen curiosidad por conocer el final.
-Perdone
don Julián. Pero no ha terminado el cuento.-
Marcos
interesado exclama -…sí don Julián… ¿Cómo acaba?-
El
profesor sonríe, pone la tiza sobre la mesa, se apoya en esta permitiendo descansar
sus piernas.- No lo sé, dígamelo usted.
El
hombre con esfuerzo sin esperar respuesta vuelve a la pizarra y continua
escribiendo el esquema con una leve sonrisa en su rostro preguntándose en secreto
a qué grupo pertenece ese alumno al que tanto aprecia
Marcos,
con un bolígrafo en la mano, ignora el esquema, la lección, se concentra en
algo que hoy es más importante. Al fin con un brillo especial en los ojos agita
el bolígrafo y escribe en una esquina del cuaderno: “Cabaña
nueva”
Ese
mismo día, en el transcurso de la clase cada uno de los alumnos ha meditado acerca de los problemas que le
invaden. 25 de los 30 que hay en el aula han escrito, bien en su mente bien en
el papel, ” La cabaña de siempre”
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