jueves, 11 de febrero de 2010

Mil Agujas



“Al descubrirse que la arteria ulnar conecta el corazón con el dedo meñique, se comenzó a decir en Japón que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones. Surge la leyenda que cuenta que cuando las personas están predestinadas a conocerse y amarse están unidas por un lazo rojo atado al meñique. De ahí que al hacer una promesa los japoneses junten los meñiques, consideran que están uniendo los corazones, los sentimientos.”



Información Adicional.
Akane あかね 朱音 rojo oscuro.
Nene ねね 寧々 sosegada, pacífica ,en calma, apacible.
Yua ゆあ 結愛 lazo, amor.

Teníamos quince años. Yo la amaba. Ella me amaba. Éramos niños. Paseábamos de la mano, íbamos juntos al cine o al parque, compartíamos los granizados de fresa y te verde, nos besábamos en la mejilla (a veces muy cerca de la comisura del labio). Jugábamos a ser mayores, pero seguíamos siendo niños.
Yua fue mi primer amor. Seguramente el único si hubiese seguido a mi lado. No murió. No desapareció. No se desenamoró. Sólo se fue. El destino que debía unirnos nos separó. Sus padres se marcharon a EEUU por motivos laborales. Ella los acompañó.
En nuestra última tarde, una tarde de verano, me besó de verdad. Puso su boca sobre la mía y ahí permaneció unos instantes. Lo recuerdo dulce, suave, inocente. Luego lloró. Eran sus primeras lágrimas derramadas por amor, y eran para mí. .Yo era más frío. No lloré, no delante de ella.
“Hagamos una promesa”- Me dijo secándose los ojos – “Nos esperaremos el uno al otro” -Yo estaba serio, no imaginaba no volver a verla, no poder ir a su casa a hacer los deberes, no escuchar al grupo “Onmyouza” con la cabeza apoyada sobre su vientre, no jugar juntos en los recreativos.-“Nos esperaremos el uno al otro”- Contesté, dándome cuenta de que su marcha era real. Unimos nuestros meñiques y recitamos alegremente nuestra promesa cantando:

Yubikiri genman uso tsuitara hari sen bon nomasu yubi kitta”
(“Promesa del meñique: Si no cumplo mi promesa me tragaré mil agujas”)

Cuando mi dedo volvió al bolsillo de los vaqueros aún ardía por el contacto con Yua. Esa sería la última vez que sentiría su calidez en alguna parte de mi cuerpo.
El tiempo pasó. Conocí a otras chicas. Conocí a Nene. El recuerdo de Yua fue como una nube, cambiaba de forma continuamente, se difuminaba levemente sobre el cielo hasta que un día el cielo se me presentó completamente despejado. Yua se convirtió en una imagen vaga que terminó desapareciendo de la mente. Me casé con Nene. Encontré trabajo en una pequeña empresa. Tuve una hija: Akane. Mi camino era tranquilo y apacible.
Fue en el quinto cumpleaños de Akane cuando “mi primer amor” apareció de nuevo. Iba camino a casa cuando el pasado se hizo presente. Yua Seguía hermosa. No aparentaba los treinta y dos años que debía tener. Daba la impresión de que el tiempo se había detenido para ella. Cuando habló descubrí que realmente para ella no habían pasado los días: -Te he estado esperando- suspiró. Su expresión era de absoluta tristeza.
-Yo a ti no- Contesté avergonzándome en secreto de haber olvidado un rostro tan bello. No dije más. Podría haberme excusado, defenderme afirmando que la vida es así y no hay más. No era un buen argumento, ella era la prueba. Me sentí mal. Podría haber tenido al hombre que hubiese querido. Pero sólo me quiso a mí y perdió más de quince años.
Observé que en sus manos llevaba una pequeña caja de madera perfectamente tallada. La abrió y me la ofreció.
Dentro había mil agujas. No las conté. No hacía falta. Para una Persona que espera pacientemente a otra sin tener ninguna noticia de esta durante tanto tiempo no supone ningún esfuerzo gastar tres o cuatro tardes reuniendo un número específico de agujas por muy alto que este sea.
¿Debí salir corriendo? Permanecí quieto. Ella lloró otra vez. En esta ocasión las lágrimas mostraban el dolor por perder a su único amor. En realidad ya me había perdido antes. Ya nos habíamos dicho adiós aquella tarde de verano, aunque nuestra inocencia y falta de experiencia se negasen a aceptarlo y prefiriesen apostar por un largo “Hasta pronto”. Sus lágrimas eran inútiles, repetitivas. Sin embargo me conmovieron porque mantenían viva la pureza de aquel entonces. Acerqué mis dedos a la madera. Metí una aguja en la boca. Aventuré que lo más probable es que no llegase al estomago. Imaginé que se engancharía en la garganta o en el esófago. Supe que el dolor sería terrible. ¿Era justo? Mire hacia el cielo, brillaba más azul que de costumbre. Traté de tragar. No llegué a mil, ni a quinientas, creo que ni a una docena. No cumplí mi promesa. No pude cumplir mi castigo.
El cielo se volvió rojo oscuro, luego todo terminó.

5 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Me parece muy original.

    Silvita.

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  2. Es buenisimo este relato Stefy! y a la vez un tanto triste.. sigue así! :)

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  3. Ay que penica

    me encanta

    y me encanta la leyenda japonesa, no lo sabía
    muaks :)

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  4. Azumi Ayame Takahashimiércoles, 25 enero, 2012

    es hermoso la verdad demaciado hermoso, esta bien contada y me encanta el drama tan japones que contiene la verdad es una exquisita pieza de lectura n.n me encanto la verdad n.n

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  5. Muchisimas gracias!!! leer comentarios como el tuyo me animan a seguir escribiendo!! un besazo!! (^_^)V

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