jueves, 11 de marzo de 2010

Abel y Caín

(Pintura de Bartolomeo Manfredi)

Dios reunió las almas de Abel y Caín antes de que naciesen. Ante ambos explicó que el ser humano requiere de información, que aprende cosas a través de experiencias que les suceden a sus semejantes y a sí mismos. Les contó que ellos tenían una misión importante en el mundo, pues habían sido elegidos para representar las ideas de Bien y Mal. Para que las personas que viviesen entendieran las consecuencias de ir en un camino o en otro, necesitaban de un ejemplo.
Como Caín y Abel nada sabían del bien y el mal, Dios decidió mostrárselo.
En el lugar en el que se hallaban les dijo que comenzaran a caminar el uno en dirección contraria al otro, al cumplir ciento cincuenta pasos se encontrarían de frente; para ese entonces cada uno debería tener su respuesta preparada. En cada paso que diesen avanzarían en la posible historia de la humanidad, observarían momentos de paz y momentos de guerra, instantes de amor e instantes de odio, aprenderían a través de la observación que es el dolor, la satisfacción y como de alguna manera todo se englobaba en las ideas de Bien y Mal.
A su señal. Los hermanos comenzaron a caminar.
En su paso diez, Abel vio como una madre daba el último pedazo de pan que quedaba a su hijo.
En su paso treinta, Caín observó como un hombre mataba a otro para conseguir sus ropas.
En su paso setenta y dos, Abel se encontró en medio de una guerra donde todos se mataban entre sí, a lo lejos una niña intentaba huir de la muerte.
En su paso ciento dos, Caín vio como unos jóvenes cuidaban de hombres desnutridos, cubiertos de moscas.
En su paso ciento cuarenta y nueve, Abel disfrutó de una familia que compartía el tiempo hablando.


Abel aprendió que las personas malas eran castigadas por la gente de su alrededor, que siempre terminaban solas, que se odiaban a sí mismas y que el cargo de conciencia así como sus crímenes los acompañaban de por vida. También aprendió que las personas buenas eran queridas por sus semejantes y que siempre estaban acompañados, que sacrificaban parte de sus vidas por los demás pero a cambio, además de sentirse bien por sus actos, eran recompensados por la sociedad. Abel tras observar con detalle sus pasos pensó que él quería representar el Bien, deseaba ser querido y respetado, no sufrir por los actos cometidos y dormir tranquilo cada noche.

Caín aprendió que las personas buenas eran queridas por sus semejantes y que siempre estaban acompañados, que sacrificaban parte de sus vidas por los demás pero a cambio, además de sentirse bien por sus actos, eran recompensados por la sociedad. También aprendió que las personas malas eran castigadas por la gente de su alrededor, que siempre terminaban solas, que se odiaban a sí mismas y que el cargo de conciencia así como sus crímenes los acompañaban de por vida. Caín, según observaba cada uno de sus pasos pensó “jamás podría desear algo así para mi hermano, no puedo permitir que pase por esto”

Cumplido el paso ciento cincuenta, los hermanos se encontraron. Caín sonrió amablemente a Abel, creyendo que este pensaba del mismo modo que él. Abel no comprendió esa sonrisa.
Al aparecer Dios, Abel se mostró nervioso, pues meditó que nadie en su sano juicio elegiría el Mal, así que anhelaba ser el primero en hablar. Caín masticó el nerviosismo de Abel y se contagió de este, quería responder primero, evitar el sufrimiento a aquel que llevaría su sangre.
Dios preguntó: - Dime, ¿cómo te recordará la humanidad, qué idea representarás, Caín?
Caín miró a su hermano y contestó: -Elijo el mal, porque no deseo que mi hermano sufra.
Tras esas palabras la mirada de sorpresa de Abel se encontró con la valiente mirada de Caín. Y en ese momento, Caín descubrió, con pesar, que su hermano no había llegado a la misma conclusión que él. Una pequeña mancha se formó en el que sería el corazón de Caín ante la traición de su hermano.
Dios miró compasivo a Caín: - Que así sea, por tanto tú, Abel, representarás el Bien.Abel nacería sin mancha, aprendida la lección y sin tener conciencia de ello cuidaría a su hermano, aquel que se sacrificó por él.

Años después, Caín lleno de rabia mató a su hermano.
Dios, lo castigó y lo desterró a la tierra de Nod, al oriente de Edén, donde debería vagar como extranjero. Sin embargo, y a pesar de lo acontecido, Dios puso una señal en Caín, para que nadie pudiese matarlo.
Dios hizo esto porque confiaba en que Caín regresara al camino del bien. Las personas debían saber que había esperanza, que el hombre podía cambiar de actitud. Pero sobre todo, lo hizo porque amaba a Caín, ese hijo cuya alma fue corrompida por la traición de su propio hermano, aquel al que más quería.

2 comentarios:

  1. Finalmente lo has terminado y publicado, te ha quedado genial ;)

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  2. Me ha gustado mucho. Está muy bien hilado y te hace pensar: ¿Qué elegiríamos nosotros? ¿Realmente somos buenas personas? Es una alegoría fantástica.

    Silvita.

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