"El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia." Milan Kundera

Han quedado para despedirse definitivamente.Están en pleno verano, pero es un día lluvioso, frío. Él lleva una bolsa con las cosas que ella ha ido dejando tiradas a lo largo del tiempo en su casa, en el sofá, en la cama, en los cajones, en el armario…
Ella llega primero, a pesar de que siempre suele llegar tarde. Se resguarda en una cafetería y allí lo espera. Él aparece más de quince minutos tarde aún siendo una persona bastante puntual. Hoy las tornas se han cambiado. Él deposita la bolsa al lado de la silla que ella ocupa.
- Voy a pedir una cerveza, no te importa, ¿no?
-¿Eh? No, no, adelante- Respira. Hasta ese instante esperaba un acto mucho más glacial…Hasta que él ha pronunciado esa frase, estaba convencida de que dejaría la bolsa y se iría sin mirar atrás. Durante todo el día ha pensado en cómo debería reaccionar. Ahora que él se sienta en frente, actúa del modo más inapropiado e incoherente, se ríe. Desde fuera es una reacción extraña, desde dentro también…Pero cuando esta nerviosa le da por ese tipo de rarezas.
Él habla.
-Lo siento pero me has agobiado de verdad, no quería llegar a este punto, pero como te dije es mejor que dejemos de vernos…-Suspira- ¿No dices nada?
Ella se mantiene en silencio. No es que no tenga nada que decir es que de pronto se siente como una niña a la que reprenden por hacer algo mal. No quería agobiarle sólo quería verle, hablar, volver a reír juntos, evitar la perdida. Al final se atreve:
- Tenemos distinta concepción del tiempo y el espacio, creo. Traté de buscar un intermedio entre el tiempo que tú necesitabas y el que a mí me sobraba… Pero medí mal.
Él ha retrasado la hora de llegada para pasar el menor tiempo posible en su compañía, para no sentirse incomodo, para no arrepentirse de nada. No imaginaba como iba a reaccionar. A pesar de haber sido duro con ella, en el fondo no siente con tanta firmeza lo expresado, de hecho se da cuenta de que en esa silla no se esta tan mal.
- No puedo seguir tu ritmo
- ¿Por qué estas mayor?- Pregunta ella con humor.
- Eres…
- ¿Agobiante hasta extremos insoportables?- Repite la frase que horas antes él la ha dedicado.
- A veces, sí.
- Que palabras tan bonitas...
- Las tuyas no son mejores… Con mucha ligereza dices que me odias.
- Con la misma que tú dices que no quieres verme nunca más...
Se echan en cara los insultos que cada uno ha prodigado del otro. No obstante, ambos sonríen sin rencor ninguno, como si hablasen del tiempo.
Hace unos meses se besaron por primera vez. Desde aquel día en el que todo parecía hermoso, había llovido mucho. Aunque habían tratado de quererse sólo habían conseguido herirse. Eran muy diferentes pero en cada decisión que tomaban se juzgaban como iguales lo que producía una completa incomprensión entre ellos. Aunque usasen las mismas palabras, sus significados eran distintos, sin embargo, creían ingenuamente que el entendimiento entre ellos no llegaba porque el otro no quería.
La conversación se va volviendo trivial.
-¿Qué haces ahora??
-Me iré a casa. Tú vas a un concierto, ¿no?
-Sí, aunque voy solo y estoy cansado. Por un lado me apetece, por otro…
Los líquidos que ingieren llegan a su fin. Se levantan.
- Te acompaño y ya cojo el metro en Sol- Apunta ella.
- Bien.
- Voy a pagar y...
- Deja que te invite.
- Muchas gracias.
- Ya ves, no es nada.
Empiezan a andar, el camino es cuesta arriba exactamente como ha sido su relación.
- ¿Puedo hacerte una pregunta estúpida aunque imagino la respuesta?
- Claro- Responde él curioso.
- ¿Has visto Saw? – Bromea ella. En la bolsa junto con otras cosas la película se zarandea al ritmo de sus tacones.
- No… Iba a verla contigo.
- ¿¿Conmigo?? ¡Si dijiste que jamás la verías!
- Ya, eso lo dije para hacerte de rabiar, claro que iba a verla contigo, igual que la otra que dejaste en casa.
- ¿The eye?
- Sí, esa… ¿Pero solo?, jamás. Yo no veo ese tipo de películas solo.
Durante un rato se callan. Luego vuelven a las trivialidades. Y entre banalidad y banalidad él suelta un comentario inocente “estas guapa hoy” que a ella le punza el alma.
Despuntan el ocaso del viaje.
- Pues nada, la pesada se va para siempre.
- El chico al que odias también.
Ella le abraza a modo de despedida. Contrariamente a lo que se espera de esa situación el abrazo es bienvenido. Se dan dos besos. La calidez de la separación modifica los diez grados del entorno.
“Yo no te odio” Piensa ella. Pero su respuesta vocal es otra: “adiós”. Él corresponde con la misma palabra “adiós”.
Se alejan el uno del otro.
En este caso Adiós, encierra un significado atroz. Es la completa ausencia de la otra persona… para siempre. Es una palabra que al pronunciarla te araña por dentro, te desangra y te deja seco.
En otro momento, en otra realidad más valiente, más tolerante y más sabia, Saw sería una experiencia dulce para recordar. Ambos pasarían la tarde viendo la película. Ella sonreiría tontamente al ver las caras de él ante ciertas escenas. Él, algo tenso, pensaría en el modo de vengarse de ella, cariñosamente, por obligarle a ver semejante film.
Pero en esta realidad Saw será la imagen de lo que pudo ser y no fue, mantendrá un regusto amargo en el tiempo.
Los pasos en distinta dirección crean un espacio de vacío y resignación. Entre ellos la bulliciosa Madrid es absorbida por el más absoluto silencio. En su intervalo físico, no hay mas expansión, su vida en común se convierte en un Big Crunch, una vuelta a la inexistencia.
El sentimiento es doloroso, pero ninguno hace nada por impedirlo. "Adiós". Mañana tendrán agujetas en el corazón.
Ella llega primero, a pesar de que siempre suele llegar tarde. Se resguarda en una cafetería y allí lo espera. Él aparece más de quince minutos tarde aún siendo una persona bastante puntual. Hoy las tornas se han cambiado. Él deposita la bolsa al lado de la silla que ella ocupa.
- Voy a pedir una cerveza, no te importa, ¿no?
-¿Eh? No, no, adelante- Respira. Hasta ese instante esperaba un acto mucho más glacial…Hasta que él ha pronunciado esa frase, estaba convencida de que dejaría la bolsa y se iría sin mirar atrás. Durante todo el día ha pensado en cómo debería reaccionar. Ahora que él se sienta en frente, actúa del modo más inapropiado e incoherente, se ríe. Desde fuera es una reacción extraña, desde dentro también…Pero cuando esta nerviosa le da por ese tipo de rarezas.
Él habla.
-Lo siento pero me has agobiado de verdad, no quería llegar a este punto, pero como te dije es mejor que dejemos de vernos…-Suspira- ¿No dices nada?
Ella se mantiene en silencio. No es que no tenga nada que decir es que de pronto se siente como una niña a la que reprenden por hacer algo mal. No quería agobiarle sólo quería verle, hablar, volver a reír juntos, evitar la perdida. Al final se atreve:
- Tenemos distinta concepción del tiempo y el espacio, creo. Traté de buscar un intermedio entre el tiempo que tú necesitabas y el que a mí me sobraba… Pero medí mal.
Él ha retrasado la hora de llegada para pasar el menor tiempo posible en su compañía, para no sentirse incomodo, para no arrepentirse de nada. No imaginaba como iba a reaccionar. A pesar de haber sido duro con ella, en el fondo no siente con tanta firmeza lo expresado, de hecho se da cuenta de que en esa silla no se esta tan mal.
- No puedo seguir tu ritmo
- ¿Por qué estas mayor?- Pregunta ella con humor.
- Eres…
- ¿Agobiante hasta extremos insoportables?- Repite la frase que horas antes él la ha dedicado.
- A veces, sí.
- Que palabras tan bonitas...
- Las tuyas no son mejores… Con mucha ligereza dices que me odias.
- Con la misma que tú dices que no quieres verme nunca más...
Se echan en cara los insultos que cada uno ha prodigado del otro. No obstante, ambos sonríen sin rencor ninguno, como si hablasen del tiempo.
Hace unos meses se besaron por primera vez. Desde aquel día en el que todo parecía hermoso, había llovido mucho. Aunque habían tratado de quererse sólo habían conseguido herirse. Eran muy diferentes pero en cada decisión que tomaban se juzgaban como iguales lo que producía una completa incomprensión entre ellos. Aunque usasen las mismas palabras, sus significados eran distintos, sin embargo, creían ingenuamente que el entendimiento entre ellos no llegaba porque el otro no quería.
La conversación se va volviendo trivial.
-¿Qué haces ahora??
-Me iré a casa. Tú vas a un concierto, ¿no?
-Sí, aunque voy solo y estoy cansado. Por un lado me apetece, por otro…
Los líquidos que ingieren llegan a su fin. Se levantan.
- Te acompaño y ya cojo el metro en Sol- Apunta ella.
- Bien.
- Voy a pagar y...
- Deja que te invite.
- Muchas gracias.
- Ya ves, no es nada.
Empiezan a andar, el camino es cuesta arriba exactamente como ha sido su relación.
- ¿Puedo hacerte una pregunta estúpida aunque imagino la respuesta?
- Claro- Responde él curioso.
- ¿Has visto Saw? – Bromea ella. En la bolsa junto con otras cosas la película se zarandea al ritmo de sus tacones.
- No… Iba a verla contigo.
- ¿¿Conmigo?? ¡Si dijiste que jamás la verías!
- Ya, eso lo dije para hacerte de rabiar, claro que iba a verla contigo, igual que la otra que dejaste en casa.
- ¿The eye?
- Sí, esa… ¿Pero solo?, jamás. Yo no veo ese tipo de películas solo.
Durante un rato se callan. Luego vuelven a las trivialidades. Y entre banalidad y banalidad él suelta un comentario inocente “estas guapa hoy” que a ella le punza el alma.
Despuntan el ocaso del viaje.
- Pues nada, la pesada se va para siempre.
- El chico al que odias también.
Ella le abraza a modo de despedida. Contrariamente a lo que se espera de esa situación el abrazo es bienvenido. Se dan dos besos. La calidez de la separación modifica los diez grados del entorno.
“Yo no te odio” Piensa ella. Pero su respuesta vocal es otra: “adiós”. Él corresponde con la misma palabra “adiós”.
Se alejan el uno del otro.
En este caso Adiós, encierra un significado atroz. Es la completa ausencia de la otra persona… para siempre. Es una palabra que al pronunciarla te araña por dentro, te desangra y te deja seco.
En otro momento, en otra realidad más valiente, más tolerante y más sabia, Saw sería una experiencia dulce para recordar. Ambos pasarían la tarde viendo la película. Ella sonreiría tontamente al ver las caras de él ante ciertas escenas. Él, algo tenso, pensaría en el modo de vengarse de ella, cariñosamente, por obligarle a ver semejante film.
Pero en esta realidad Saw será la imagen de lo que pudo ser y no fue, mantendrá un regusto amargo en el tiempo.
Los pasos en distinta dirección crean un espacio de vacío y resignación. Entre ellos la bulliciosa Madrid es absorbida por el más absoluto silencio. En su intervalo físico, no hay mas expansión, su vida en común se convierte en un Big Crunch, una vuelta a la inexistencia.
El sentimiento es doloroso, pero ninguno hace nada por impedirlo. "Adiós". Mañana tendrán agujetas en el corazón.
Jo, que triste... Pero refleja tantas cosas...
ResponderEliminarSilvita.
Me gusta mucho!
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